Fragmento de la Segunda Parte (Crisi I), del Criticón, de Baltasar Gracián.
—Tenga ya gusto y voto, no siempre viva del ajeno; que los más en el mundo gustan de lo que ven gustar a otros y alaban lo que oyeron alabar; y si les preguntáis en qué está lo bueno de lo que celebran, no saben decirlo; de modo que viven por otros y se guían por entendimientos ajenos. Tenga, pues, juicio propio y tendrá voto en su censura; guste de tratar con hombres, que no todos los que lo parecen lo son; razone más que hable, converse con los varones noticiosos, y podrá tal vez contar algún chiste encaminando a la gustosa enseñanza, pero con tal moderación, que no sea tenido por masecuentos, el licenciado del chiste y truhán de balde. Podrá tal vez acompañado de sí mismo pasearse, pensando, no hablando. Sea hombre de museo, aunque ciña espada, y tenga delecto con los libros, que son amigos manuales; no embuta de borra los estantes, que no está bien un picaro al lado de un noble ingenio, y si ha de preferir, sean los juiciosos a los ingeniosos. Muestre ser persona en todo, en sus dichos y en sus hechos, procediendo con gravedad apacible, hablando con madurez tratable, obrando con entereza cortés, viviendo con atención en todo y apreciándose más de tener buena testa que talle. Advierta que el proporcional Euclides dio el punto a los niños, a los muchachos la línea, a los mozos la superficie y a los varones la profundidad y el centro.
Éste fue el arancel de preceptos de ser hombres, la tarifa de la estimación, los estatutos de ser personas, que en voz ni muy alta ni muy caída les leyó la Atención, a instancia del Juicio.